Maternidad, Pandemia y Xenofobia

La Constitución Política de Colombia de 1991 establece que “Son nacionales colombianos: 1. Por nacimiento: a) Los naturales de Colombia, que con una de dos condiciones: que el padre o la madre hayan sido naturales o nacionales colombianos o que, siendo hijos de extranjeros, alguno de sus padres estuviere domiciliado en la República en el momento del nacimiento…”, ante temas como los nacimientos de niñas y niños nacidos en Colombia de padres venezolanos y en virtud de la ruptura de relaciones diplomáticas con el gobierno de Maduro, lo que daba como resultado el nacimiento de menores apátridas, se produce por iniciativa  del Gobierno Nacional que la Registraduría Nacional del Estado Civil expidiera la Resolución 8470 de 2019, por la cual los hijos de padres venezolanos, nacidos en Colombia desde el 19 de agosto de 2015 y hasta los próximos dos años, pudieran ser reconocidos como colombianos, posterior a esto El Gobierno Nacional prorrogó la medida adoptada en el 2019 a través de la resolución 8470, que se encontraba vigente hasta el 20 de agosto de 2021.

 

Con el surgimiento de la pandemia derivada de la COVID 19 y las medidas de cuarentena establecidas en 2020 salieron a la luz los primeros brotes de una pandemia gubernamental en Bogotá, la xenofobia. El 2 de abril de 2020 y en plena cuarentena la Alcaldesa Mayor de Bogotá declaraba: Con absoluta generosidad, sin un peso del gobierno nacional, por 3 años los bogotanos con nuestros impuestos hemos cubierto la salud, jardín, escuela y alimentación a los niños y empleo a familias venezolanas. Pedimos ayuda del gobierno nacional por cuarentena y salimos a deber…”. Empezaba así sistemáticamente a producirse un éxodo de ciudadanos venezolanos a su país de origen producto de la discriminación derivada; desalojos forzosos y los despidos no se hicieron esperar, en Bogotá podíamos evidenciar a simple vista las caminatas de retorno en la autopista norte, muchas de estas personas eran madres con niños aun en brazos, niños colombianos, nacidos en Bogotá y que nunca habían conocido tan siquiera una ciudad diferente a su ciudad de origen. Según la autoridad migratoria nacional, más de 90.000 ciudadanos venezolanos regresaron al país vecino en 2020.

 

Ante todo esto  la Corporación Cambio Sostenible quiso conocer más a fondo la situación de las madres migrantes que vivieron en carne propia este episodio, fue así como conocimos María Palomo, una madre, enfermera y migrante de 32 años llegada a Bogotá en 2019, ella nos cuenta cómo tuvo esto implicaciones en su vida.

 

 

Y: María, ¿Qué se te viene a la mente con todo esto, cómo lo viviste desde tu posición de madre?

M: Lo que más recuerdo es la tristeza, la desesperación. Soy Madre de Raúl, un niño nacido acá en Bogotá, sin otra nacionalidad distinta a la colombiana, no hay consulados abiertos para poder otorgarle la nacionalidad venezolana. Cuando llegué a Colombia, a Bogotá específicamente, sentí protección, respeto por la dignidad humana, pero luego de la pandemia de la xenofobia tan absurda que brotó todo cambió, pasamos a ser los culpables de todos los males de la ciudad y hasta del país.

Y: ¿Pensaste en regresar?

M: Muchas veces, pero si algo me detuvo fue mi hijo, al no tener papeles venezolanos y al llevarlo a un país que no es el suyo pensaba en todo lo que podía pasar, desde una frontera cerrada, un régimen militar corrupto que me lo podía arrebatar a cambio de dinero. A decir verdad fueron los meses más largos de mi vida, cuando no tienes hijos piensas solo por ti, en mi caso y en el de muchas otras madres de niños colombianos piensas en tu hijos, y sobre todo en lo que sería sacarlos de su país, yo pasé por eso y que él tuviera que pasarlo siendo tan pequeño me llenaba de una profunda tristeza.

Y: ¿Cómo ves la situación ahora, qué consideras que ha cambiado?

M: La verdad siento que hay un antes y un después, la rencilla social quedó ahí vigente, para el xenófobo que obviamente no es el colombiano en general tú eres un ciudadano de segunda, incluso tu hijo para ellos no es colombiano a pesar de serlo tanto como ellos, fue algo que vimos desde la alcaldesa hasta abajo.

De niña solía ver muchos documentales de historia, es imposible no recordar lo que les pasaba a los alemanes en la segunda guerra mundial que eran de etnia judía o gitana, que a pesar de ser tan alemanes como los demás sufrieron por temas raciales o de credo. Es descabellado incluso que esto suceda en Latinoamérica siendo todos de un origen común y más aún Colombia y Venezuela, países que considero personalmente que se parecen mucho ya que soy llanera y he podido notar las similitudes entre regiones de allá y acá, pero como dicen por ahí: la pandemia sacó lo mejor y lo peor de muchos.

Y: ¿Qué retos ves a futuro?

M: El principal reto es acabar con la generalización, esa es la raíz del problema, si tú eres venezolano y robas entonces todos roban, siempre hago el ejercicio pedagógico de preguntar cuántos hermanos tienes, siempre pongo de ejemplo que diez hermanos criados en la misma casa, mismo padre y madre, todos son diferentes ¿Entonces qué se podría esperar de un país?, ninguna persona que yo conozca es igual a otra.

Y: ¿Cómo es tu relación con los colombianos?

M: (Risas) me duermo y me levanto con uno a diario, mi hijo como te dije es colombiano. Tengo grandes amigos colombianos y vivo rodeada de ellos, quiera o no debo entenderme con ellos. Pienso que han pasado por muchas cosas en su historia, las guerras por ejemplo, admiro mucho esa capacidad de levantarse y seguir, es ejemplar y creo que cuando hablas con ellos desde el respeto, la cotidianidad y la situación actual son más las cosas que nos unen y hacen que podamos convivir.

La xenofobia entre nosotros siempre ha sido promovida por los gobiernos, recuerdo en 2015 las medidas de Maduro en la frontera contra colombianos, el reto es no dejarse impregnar del odio político, no sintonizar la emisora del odio, créeme que el mundo puede ser mejor si todos reconocemos que somos humanos y no estamos a salvo de ninguna situación. ¡Mírame a mí!, apenas hace tres años tenía el estatus de enfermera y coordinaba centros de salud, hoy soy una madre que se rebusca a diario por sacar adelante a su familia, tengo fe de que a futuro estaremos mejor.

 

 

La vida es la mejor maestra sin duda alguna.

 

Escribió para Cambio Sostenible

Yecaranda Ramos